“El Sufrimiento según el pensamiento contemporáneo"


La naturaleza del hombre es imperfecta y lo imperfecto está sujeto a padecer, de ahí que el hombre padece en su propia naturaleza. El padecer es semejante al sufrir y el sufrir no es más que la experiencia del dolor, tanto físico como moral, en la propia vida del hombre. Este sufrimiento ha estado presente en el hombre desde su principio y lo sigue acompañando más que su propia sombra. La reacción del hombre ante el sufrimiento ha sido distinta en cada época. El pensamiento contemporáneo ha influido bastante en el hombre actual, de tal manera que, éste ha tomado un concepto del sufrimiento como una carga insoportable que no quiere llevar. Otros le han querido encontrar un sentido favorable, sin embargo, no a todos convence.

Schopenhauer hablaba sobre una voluntad de vivir y de ahí deducía que el hombre sufre porque quiere. Hay que aclarar que su filosofía está marcada por el voluntarismo, es decir, la voluntad está por encima de la razón, o mejor dicho, la voluntad no tiene que ver con la razón. Pero si ponemos a la razón en su puesto no es concebible que el hombre busque una enfermedad con el fin de sufrir, pues él, siempre tiende a buscar su felicidad. Esta felicidad podría convertirse en una apariencia si la persona la busca en el camino equivocado.

Nietzsche intentó aplacar el dolor proponiendo una vida dionisíaca, es decir, una vida desenfrenada dada al placer. Su actitud frente al sufrimiento fue de superarla, o sea, que el hombre se convierta en un “superhombre” con el fin de salir de su situación oprimida por la moral de señores en la que él es un esclavo. Esta actitud no es más que una forma cobarde que huye del sufrimiento con el fin de no afrontarse con el dolor.

Según Heidegger el hombre experimenta una angustia existencial. Aquí el sufrimiento aparece bajo el término de angustia. Esta angustia se encuentra presente en el Dasein mientras éste dirige sus pasos hacia la muerte. El hombre o Dasein lleva esta angustia en su interior hasta que deje de existir. La existencia termina con la muerte. Y porque su existencia termina con la muerte experimenta constantemente la angustia como algo inevitable. Ante esta perspectiva el hombre se conforma con el sufrimiento.

A Sartre le producía nausea el sufrimiento, precisamente porque su vida no tenía sentido, incluso dijo de si mismo que era la “nada”, que su conciencia era conciencia de algo, de algo que no era él y por tanto no había más que un vacío dentro de él que era la nada. Este sufrimiento que experimentaba le llevó a afirmar que el hombre es un ser totalmente libre, como queriéndose desentender con el dolor para refugiarse en la libertad haciendo lo que a él más le plazca.

Estas formas de entender el sufrimiento aún siguen vigentes en la vida del hombre actual, aunque con matices distintos, pero que en el fondo vienen a ser lo mismo. Pero una cosa es clara: jamás habrá hombre alguno que niegue la experiencia del dolor y del sufrimiento en su propia existencia. Sólo en el cristianismo el hombre encuentra el verdadero sentido de su dolor, pues Dios se hizo Hombre para sufrir y morir por el hombre y muriendo por el hombre salvó a toda la humanidad.

Julio Celso Tuy

HUMILDAD Y CORAJE PARA CAMBIAR

La amistad es lograda con algunas personas que se conocen previamente por intereses comunes, ya sea por trabajo o tiempo libre, por contactos periódicos personales a causa de una simpatía mutua.

Deseo poner por escrito, en esta oportunidad, algún recuerdo que llevo guardado de un gran amigo, a pocos días del primer aniversario en que fue llamado a la casa del Padre: Matías, cuya amistad obtuve al compartir con él un interés común, tiempo de estudio y tiempo libre bajo un mismo techo, el Seminario.

A Matías lo conocí en el Seminario Menor en el 2002, recuerdo que en ese entonces era un muchacho callado, en ese año yo me integré en su grado. Yo al ser nuevo en el grupo temía un poco dirigirle la palabra, lo miraba además de serio, enojado, a parte de ser más grande que yo, tanto en edad como en altura. Al pasar los días, entre estudio y juegos logré ganarme su confianza.

Un día de fin de semana a la hora de cena en la mesa del comedor del Seminario Menor, me reveló una de las grandes dificultades que en ese momento le preocupaba tanto. Recuerdo que al terminar los deliciosos frijolitos de su plato y después de tomar un sobro de café, con una actitud seria, pero a la vez con pena, me dijo: -vos Jocho, me he dado cuenta que a Chino (se refería a Salvador Quiejú) y a vos no les cuesta hablar en público y sacar conversaciones entre los compañeros. Yo le pregunte por qué me lo decía, luego él con pena me dice que su dificultad era precisamente que le costaba hablar y desenvolverse ante un público, entablar conversaciones con personas mayores.

Yo aún me negué a creerle, pero en seguida me recordó que acaso no me daba cuenta de su tembladera de su cuerpo cuando pasaba a exponer en clases, de su frase y palabra que utilizaba como muletías y lo nervioso que se ponía al hablar con alguna persona que represente autoridad, pues no lograba responder bien ni como contar mejor las cosas.

Claro que también me viene a la memoria la respuesta que le di, no fue quizá como él lo esperaba pues me limite a decirle que debía controlar sus nervios al estar ente un público, que no se fijara en los rostros de los presentes sino poner su mirada por encima de sus cabezas, que tratara de hablar con naturalidad a las personas mayores, y que debería tratar más a las personas para poder aprender de ellas.

Es evidente que mi respuesta no fue la mejor y tampoco iba a resolver su problema, pero me di cuenta que a lo largo de ese año y años venideros mejoró, no dudo que habrá puesto los medios venciendo su timidez y también preguntando a otras personas que debía hacer para superar su timidez.

El recuerde de esta vivencia de su vida, me dice que toda persona es capaz de cambiar, de perfeccionarse, claro, si nos lo proponemos. A nosotros, el ejemplo de humildad y coraje de Matías ha de ayudarnos a corregir nuestros defectos pidiendo ayuda a las personas que sabemos que nos pueden ayudar a perfeccionarnos, ya sea en el campo humano o espiritual. Que por la intercesión de San José, justo varón, Dios acoja a mi amigo en su Reino.



José Felipe Jocholá



“La cuaresma tiempo de penitencia”

Desde el miércoles de ceniza hemos cambiado el telón de fondo de la escena litúrgica dando paso al color morado de penitencia, siempre preparatoria a celebrar algún misterio de la vida de nuestro Señor, en este caso su Misterio Pascual.

Con el miércoles de Ceniza empieza la Cuaresma, que es tiempo de preparación para la Pascua.

A partir de este día, la Iglesia nos invita a preparar nuestro cuerpo y nuestra alma con ayuno (especialmente el miércoles de Ceniza y el viernes Santo) y abstinencia (los viernes de cuaresma), para celebrar, bien dispuestos, los misterios de nuestra fe cristiana. Pero no debemos conformarnos con eso, hemos de buscar y aprovechar otros medios de modo que hagamos penitencia. La Iglesia nos pide para los otros días la limosna y la oración que de un modo especial nos acerca más al Sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo.

No son pocos hoy los que al oír esta palabra –penitencia- se asustan e incluso se escandalizan, pensando en un retorno a siglos pasados. Muchos piensan que cuando llegan estos días de preparación es solo para las viejas o viejos, que con tantas ansias se preparan para la gran celebración del Misterio Pascual; en realidad no es así, porque la salvación es para todos.

La Iglesia sigue hablando de penitencia. Y por supuesto, la penitencia misma nos recuerda la participación en el Sacramento que lleva su nombre. La Cuaresma es un buen momento litúrgico para recordarnos la existencia de este Sacramento espléndido, donde se muestra la misericordia de Dios. De un Dios bueno que comprende la debilidad de su criatura y pone a su alcance el remedio tras la exigencia del arrepentimiento personal. Confesarse es, pues, una y la más importante forma de penitencia.

Que nuestra cuaresma personal tenga un sentido más profundo, más religioso, más verdadero que la de años anteriores. Que uno de los puntos de meditación durante este periodo sea el recordarnos que polvo somos, aunque no lo parezca, y al polvo volveremos. Profundizando en esto, podremos luego valorar la Pasión de Cristo, gran sacrificio que dio paso a la gracia para todos los hombres, y así poder un día gozar de él.

Y recuerda ahora más que nunca que estas siempre invitado a una prolongada conversión por parte de tu amigo Jesús…!!!



Adolfo Ajcalón Tacaxot

El escudo de nuestro Seminario



Toda Empresa e Institución tiene su propia Identificación. Veamos a continuación la Identificación de Nuestro Seminario:

Nuestro Seminario está representado por un escudo que tiene ciertos elementos con un orden de precedencia, así:

LA CRUZ: en el centro se encuentra una cruz que es: JESUCRISTO.

LA ESTRELLA: hacia el costado derecho de la cruz se encuentra una estrella, esta ubicación se llamada JEFE DIESTO. Esta estrella es la que mide el camino de Ascensión hacia la cruz, pero sobre todo, representa a la Virgen María, Estrella del Camino que nos muestra el camino perfecto para llegar a Jesús.

EL VOLCÁN Y EL LAGO: Son elementos que representan el territorio donde fue fundado nuestro Seminario.

Todos estos elementos tienen un gran significado para nosotros como miembros de esta institución, pues durante el recorrido de nuestra formación nunca estaremos solos, la gracia de Dios estará siempre presente en medio de nosotros a través de la muerte de nuestro Señor Jesucristo en la cruz. Esta cruz es la insignia de todo cristiano. Y la Virgen María, como buena Madre, que acompañó a su Hijo amado toda su vida, y así mismo lo hará por nosotros que somos pobres y miserables pecadores.

Un dato importante, para que lo tomes en cuenta, es que el encabezado de este periódico tiene los mismos elementos que forman el escudo de nuestro Seminario. ¡Chequealo por si no lo habías notado!

José Policarpio Atz

¿Cuál es el papel del amor en la teología?


La teología se sirve de la fe y de la razón para comprender los misterios revelados por Dios. Pero entre la fe y la razón surge un elemento imprescindible para alcanzar una mejor comprensión: el amor, que es una virtud infusa, por Dios, en el alma del ser humano que le hace buscar aquel bien único capaz de satisfacer los deseos de su corazón.

La fe, sirviéndose de la razón, necesita ser impulsada por el amor para alcanzar, aunque de forma imperfecta, un conocimiento profundo sobre lo que Dios es en sí mismo y que Jesucristo, su Hijo, nos lo ha revelado. Este mismo amor fue el que impulsó a San Anselmo de Canterbury (1033-1109), a buscar comprender lo que su corazón anhelaba. Él mismo es quien nos lo narra al final del primer capítulo de su obra “Proslogium”, dice así: “No intento, Señor, penetrar tu profundidad, porque de ninguna manera puedo comparar con ella mi inteligencia; pero deseo comprender tu verdad, aunque sea imperfectamente, esa verdad que mi corazón cree y ama. Porque no busco comprender para creer, sino que creo para llegar a comprender. Creo, en efecto, porque, si no creyere, no llegaría a comprender”. El corazón de San Anselmo cree y ama, es decir, primero cree y luego ama con lo cual podemos decir que la fe y la razón parten del amor para llegar al Amor.

Es así como este insigne teólogo, y filósofo a la vez, entiende por teología: “fides quaerens intellectum”, una fe que busca entender, o en otras palabras, una fe que partiendo del amor y apoyándose en la razón busca comprender. He ahí el papel del amor en la teología, porque, más allá de querer satisfacer nuestra inteligencia para comprender a Dios, buscamos satisfacer nuestro corazón para amar a Dios.

Julio Celso Tuy

Amar es Existir


I

¿Qué es la vida sino un instante?

Una espera constante,

Principio que me une

A la eternidad sin fin.

III

¡Ah vida mía! como pasas,

Ahora te tengo y mañana te me escapas

¿Cómo alcanzaré la meta

Si el amor me faltara,

Si la muerte en pecado me sorprendiera?

IV

Quisiera llegar pronto

Al gozo de la vida plena

Pero esta vida no me deja,

Es destierro y agonía.

V

Si esta vida es ansia de volar

Solo me resta pedir,

Que pronto llegue al cielo

Y así poder contemplar

Lo que ahora deseo.

VI

Al final de mi existencia

Si he vivido en el amor,

Solo el amor me dará la posibilidad

De seguir existiendo

Para seguir amando al que ame aquí en la tierra.

Gerardi Frankl

El nuevo equipo del Semetabaj


Bienvenidos Amigos... tenemos todo un año por delante; año que estará marcado por los acontecimientos que viviremos: seremos testigos del SÍ que le darán al Señor los que en años pasados fueron nuestros compañeros, convirtiéndose así en sacerdotes eternos; celebraremos, agradecidos a Dios, la presencia entre nosotros y la ayuda que nos ha brindado durante estos 25 años el P. Abelardo; seguiremos viviendo con fe y oración intensas el Año Paulino en el bimilenario del nacimiento del Apóstol de los gentiles; acompañaremos a nuestro Obispo y a toda la Diócesis en los festejos por los 25 años de Dedicación de la Santa Iglesia Catedral, etc. En estos y todos los demás sucesos de este año, el Semetabaj se hará presente llevándoles la información de lo que acontece.


Este Periódico interno se le encomienda, año con año, al Primer grado de Teología. Al llegar nosotros a este grado nos sentimos ilusionados, contentos y agradecidos por el paso que hemos dado, pero al mismo tiempo sentimos las responsabilidades que se van asumiendo, una de ellas la edición de este Periódico. La asumimos con alegría y procuraremos poner en ella todo nuestro entusiasmo y la entrega necesaria. Pretendemos que nuestro Periódico a parte de informar y recoger las noticias relevantes, sea un medio de formación de donde todos aprendamos algo. En él encontrarán artículos de Teología y Filosofía que algunos de nuestros compañeros irán escribiendo. También hemos incluido un espacio para los amantes de la Poesía y la Literatura. Este año tenemos una novedad: un apartado del Recuerdo, donde recopilaremos apuntes interesantes de las ediciones de hace muchos años, y otro dedicado a conocer nuestra Diócesis.
Emprendamos, pues, juntos la marcha. Miremos hacia el frente poniendo toda nuestra confianza en Dios, sabiendo que Él llevará a término la obra que ha empezado en nosotros.

Cristóbal Guillén