¿Cuál es el papel del amor en la teología?


La teología se sirve de la fe y de la razón para comprender los misterios revelados por Dios. Pero entre la fe y la razón surge un elemento imprescindible para alcanzar una mejor comprensión: el amor, que es una virtud infusa, por Dios, en el alma del ser humano que le hace buscar aquel bien único capaz de satisfacer los deseos de su corazón.

La fe, sirviéndose de la razón, necesita ser impulsada por el amor para alcanzar, aunque de forma imperfecta, un conocimiento profundo sobre lo que Dios es en sí mismo y que Jesucristo, su Hijo, nos lo ha revelado. Este mismo amor fue el que impulsó a San Anselmo de Canterbury (1033-1109), a buscar comprender lo que su corazón anhelaba. Él mismo es quien nos lo narra al final del primer capítulo de su obra “Proslogium”, dice así: “No intento, Señor, penetrar tu profundidad, porque de ninguna manera puedo comparar con ella mi inteligencia; pero deseo comprender tu verdad, aunque sea imperfectamente, esa verdad que mi corazón cree y ama. Porque no busco comprender para creer, sino que creo para llegar a comprender. Creo, en efecto, porque, si no creyere, no llegaría a comprender”. El corazón de San Anselmo cree y ama, es decir, primero cree y luego ama con lo cual podemos decir que la fe y la razón parten del amor para llegar al Amor.

Es así como este insigne teólogo, y filósofo a la vez, entiende por teología: “fides quaerens intellectum”, una fe que busca entender, o en otras palabras, una fe que partiendo del amor y apoyándose en la razón busca comprender. He ahí el papel del amor en la teología, porque, más allá de querer satisfacer nuestra inteligencia para comprender a Dios, buscamos satisfacer nuestro corazón para amar a Dios.

Julio Celso Tuy

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