San Pablo El Converso


Nuestra formación sacerdotal está enriquecida con el ejemplo de vida de los Santos. Cada Santo tiente sus rasgos propios según el ambiente en que vivió.

Consideramos ahora la vida del Apóstol de los gentiles “San Pablo”. Pablo en el peregrinar de su vida, fue judío convertido al cristianismo en los comienzos de la Iglesia. Nación en Tarso de Cilicia entre los años 5-10 después de Cristo. De el hay que decir que fue Apóstol de Cristo, es decir, enviado de Dios.

La conversión de Pablo se da después de la Resurrección de Cristo. Su vida se divide en dos etapas: la primera como el gran perseguidor de Cristo y la segunda como defensor de Cristo hasta dar su vida por Él.

En la vida de San Pablo ocurre algo extraordinario, ya que su conversión fue de lo púramente humano a lo divino, de una voluntad humana e imperfecta a una voluntad divina y perfecta. Esta conversión no es algo pasajero y sin fruto, sino, fructífero ya que influye en la vida de la Iglesia universal. Por ello este año Jubilar es dedicado a San Pablo al celebrar dos mil años de nacimiento.

La conversión de San Pablo hizo renacer a muchos hombres de su tiempo a una vida nueva y sigue influyendo en la historia de toda la humanidad.

San Pablo como hombre Judío trataba de cumplir cabalmente las leyes judías, convirtiéndose en un fanático perseguidor de la Iglesia cristiana, hasta querer acabar con ella, muestra de ello es la muerte de San Esteban. Tras llevar una vida afanada en el cumplimiento de costumbres y tradicones puramente externas y desagradables ante Dios, se convierte por la “Gracia Dios” en un instrumento de Salvación para todos los Cristianos y no cristianos.Por sus enseñazas convincentes y profundas sobre los misterios de la Fe, hizo que los hombres llegaran a Dios por el “conocimiento de la verdad”.

San Pablo es digno de veneración e imitación, él nos enseña a ser hombres fuertes y valientes en nuestras debilidades y a no desfallecer en la fe. Nos invita a repetir con él: “cuando soy débil entonces soy fuerte” , como a decir “Todo lo puedo en aquel que me fortalece”, despojándose de si mismo para llenarse de la Gracia de Dios y decir “Vivo yo pero no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”.

Por todo lo dicho, San Pablo además de ser Apóstol se puede decir que fue el mejor amigo de Cristo hasta el extremo de dar su vida por él, así, cumple lo que un día dijo Jesús: “Nadie tiene amor tan grande que el que da la vida por sus amigos”. Y termino este sencillo articulo, animando a todos los cristianos para que, como fruto de este año paulino, nos esforcemos por hacer de corazón lo que la Iglesia nos propone siguiendo las directrices que el mismo Pablo nos ha dado en cada uno de sus escritos.

Julio Pérez Martínez

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