El P. Felipe nos escribe desde la Ciudad Eterna

Les comparto que mis días aquí son como la mayor parte de los que venimos a estudiar a Roma o España: el primer año fue bastante apretado porque el bachillerato tenía muchos cursos y no me dispensaron de ninguno, también porque estudiar otra vez resultaba difícil. El año pasado fue más ligero, tuve suficientes cursos, pero también un poco más holgado; este año desde que vine en septiembre la tesina es la que ocupa la mayor parte del tiempo, pero también conjugado con materias en la Universidad. La tesina trata sobre la evangelización pacífica en Bartolomé de Las Casas: primero algo de su vida y de sus obras, después sobre las religiones de los aztecas, mayas e incas que encontraron los españoles, la situación dominio que estos tuvieron sobre las gentes que encontraron, las leyes de España que no lograron del todo dar su lugar al nativo, los métodos propuestos por Juan Ginés de Sepúlveda y Alonso de Veracruz y la metodología pacífica que propuso Las Casas y que la llevó a la práctica en pacificación de la tierra de guerra que es actualmente Rabinal o mejor dicho toda la región de las Verapaces.

(También quiso compartir con nosotros un poco de lo que ha ido profundizando)

En el descubrimiento de América, es decir, del 1492 en adelante, cuando llegaron los conquistadores, llegaron un poco más tarde los primeros evangelizadores, entre tantos estaba Fray Bartolomé de Las Casas. Él, como otros religiosos dominicos, franciscanos y agustinos, entre uno de los elementos necesarios del que se sirvieron fue la lengua. Es decir, al inicio quisieron que los indígenas aprendieran el español, pero vieron que esto no daba resultados, pues la gente de regreso a su casa hablaba el dialecto; por otro lado buscaron traductores para que tradujeran las catequesis del español al kakchikel, tzutujil, quiché, kekchí, etc., pero también se dieron cuenta que la traducción a veces no era del todo fiel. Además de esto, el rey de España había decretado que se enseñara el español a toda la población, sin embargo ante los motivos anteriores los dominicos se vieron en la necesidad de aprender nuestros idiomas, lenguas o dialectos como se les quiera llamar; de esta manera podían transmitir y evangelizar a los indígenas, podían ellos mismos traducir a nuestras lenguas los misterios de la fe. Cuando Fray Bartolomé de las Casas fue a Sacapulas por los años mil quinientos y algo, tierra del P. Julio Cesar, sabía hablar el dialecto de la gente. Vemos también que uno de los méritos más grandes de Fray Luis de Cáncer fue lanzarse en cuerpo y alma a aprender la lengua de los de Rabinal, pues era el único modo para poderlos evangelizar
[1]. De la misma manera el Padre Domingo aprendía las lenguas con tanta facilidad y tuvo dominio muy rápido sobre la kekchí; además compuso un grueso vocabulario para el aprendizaje de los otros[2]. Y el P. Las Casas en compañía del P. de Angulo se internó hasta Rabinal, y hablando la lengua de aquella tierra, enseñaba cosas útiles que impresionaban a los indígenas. Quiero decir, que esto todavía es válido para nosotros sacerdotes o futuros sacerdotes. Esto significa que si sabemos el kakchikel, el tzutujil o cualquier otro dialecto hemos de utilizarlo sobre todo en las catequesis con la gente de nuestras aldeas. Si uno sólo sabe español, podría esforzarse en aprender uno de los dialectos, pero no conformarse con dos expresiones de saludo, sino que hacer como estos frailes tratar de aprender la lengua de la gente para poder evangelizar; si uno ya sabe el quiché debería proponerse aprender el tzutujil, es decir, un segundo dialecto, o bien, aprender la lengua de la gente a donde uno es enviado. De mi parte, lamento no haber aprovechado mi permanencia en la Boca Costa para aprender el quiché.


P. Felipe Chalí

1 comentario:

  1. Que bien enterarse de como les va a los padrecitos que están fuera y que con mucho cariño recuerdo!! Un saludo para ellos y una abrazo fuerte para ustedes en este reinicio de clases =oP

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