Cuando ingresé en el Seminario Mayor Nuestra Señora del Camino de la Diócesis de Sololá-Chimaltenango en el año 1989, el P. Abelardo tenía ya casi cinco años de haber venido desde España a trabajar como formador del Seminario. En ese entonces el Seminario estaba ubicado en San Andrés Semetabaj. Ya en aquel tiempo era conocido como un sacerdote con una formación espiritual y doctrinal profunda, muy cercano a los seminaristas y sacerdotes que lo conocían.
Fue el primero de los sacerdotes españoles en venir a trabajar al Seminario; después de él vinieron P. Javier Pereda Peña, P. Ángel María Pascual y por último P. Luis Antonio Foncea. Y actualmente es el único que permanece como formador del Seminario Mayor.
El P. Abelardo ha estado en las distintas etapas del Seminario Mayor, pues empezó a trabajar como profesor, formador, confesor y director espiritual casi desde los inicios del Seminario recién fundado por Mons. Angélico Melotto y fortalecido por Mons. Eduardo Fuentes en la Casa de Cursillos de Panajachel; luego se trasladó con el pequeño grupo de seminaristas a San Andrés Semetabaj. Y desde 1992 trabaja en la actual sede del Seminario Mayor en la cabecera departamental de Sololá.
En los primeros años de trabajo en el Seminario, el P. Abelardo realizaba casi todas las tareas, pues eran pocos los formadores. Era el Director Espiritual del Seminario, confesor, profesor de Sagrada Escritura, Derecho Canónico, Griego, Latín, y un largo etc.
En mis años de seminarista, lo recuerdo por sus meditaciones que nos llevaban hasta las alturas –le gustaba hacernos meditar los Salmos-, también por su buena voz para cantar la Misa y las “jotas” con las manos en jarra; y por sus carcajadas explosivas…
También lo recordamos con las botas de futbolista puestas, hasta que las lesiones lo alejaron de las canchas. En una ocasión marcó un “gol olímpico”. Y como buen deportista se lanzó a la conquista de la cima del volcán “Atitlán”, aunque después de eso no ha podido imitar el ejemplo de Jaime Viñals.
No lo tuve como profesor hasta que llegué a la Teología, en donde nos impartió varios cursos. Siempre preparaba bien sus clases, haciéndolas atrayentes por sus anécdotas y sus bromas de buen gusto. Los exámenes tenían su toque personal, lanzaba una pregunta y dejaba un espacio de tiempo para responder, luego continuaba con otra pregunta, y así sucesivamente; si uno había estudiado se hacía relativamente fácil, si no, no había nada que hacer. Igualmente peculiar era su manera de calificar: ½, 2/4, etc. (no era fácil saber cuál había sido nuestro punteo).
En el P. Abelardo, todos hemos visto un “hombre de Dios” un sacerdote cien por ciento, dedicado completamente a su ministerio sacerdotal, del cual se ha beneficiado principalmente el Seminario Mayor y muchos sacerdotes de nuestra Diócesis y de otras diócesis que frecuentan la dirección espiritual y su experiencia humana, intelectual y espiritual.
Y ahora que festejamos los 25 años de su servicio incondicional a nuestro querido seminario de Sololá, con estos breves recuerdos quiero unirme a la acción de gracias a Dios por tan magnífico e ilustre sacerdote que ha compartido su basta experiencia con decenas de seminaristas (muchos ya ordenados) que hemos pasado por el Seminario de Sololá.
P. Boanerges Ramírez Rayo
ME HE ENTERADO DE ALGO MUY IMPORTANTE...ESPERO QUE NO SEA CIERTO PORQUE SERIA OTRA BARBARIDAD DE LA IGLESIA EN SOLOLA...DONDE ESTA EL PADRE BOANERGES?????
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