La alegría de la amistad



¿Cuándo fue que empezaste a ser amigo de tu mejor amigo? No lo sabes, ¿verdad? Hagamos esta comparación: ¿No te parece gracioso que las parejas de esposos, siempre quieren llevar la cuenta, recordar el día y el momento exacto en que se conocieron? ¿Cuándo empezaron su relación, a qué hora, en dónde? Esas parejas celebran su aniversario… Pero, en la amistad es distinto, en los amigos no importa el momento exacto, la hora, el día en que se conocieron, aquí sólo importa que a través de esos años, meses y días se van construyendo momentos inolvidables…

Recuerda que con el presente construyes las anécdotas del ayer, recuerdas tal o cual fecha por sucesos importantes pasados al lado del amigo, pero no tienes la impresión de recordar que en un día exacto fue que empezaste a ser amigo de alguien…

Es más, tal vez al principio, antes de que fuera tu amigo, no pensaste que algún día podrías llevarte bien con ese amigo, o con la persona que hoy es tu gran amigo… pues bien, la amistad es espontánea. Ni tú pediste ser su amigo, ni él pidió ser tu amigo.

Pero bueno, no importa si los conoces de hace diez, veinte, cinco años o unos cuantos meses, días u horas. Lo importantes es que en ese mismo tiempo se ha ido construyendo la confianza, el respeto, la tolerancia, el cariño… Recuerda que el ayer es historia, el mañana es misterio, pero el hoy es un regalo al que llamamos “presente”; la verdadera amistad exige entrega, olvido de sí para buscar lo que al otro le puede hacer feliz, y si eres feliz haciendo feliz a tus amigos, pues ¡qué dicha! ¿No crees?

Hay un refrán que dice: “para manejarte a ti mismo usa la cabeza; pero para manejarte con los demás, usa el corazón y cuando la boca no pueda expresar lo que sientes deja que tu corazón lo haga”. A veces basta la presencia para decirle al amigo lo mucho que le quieres, puesto que si lo dices pero no lo haces, ¿qué sentido tendría llamarme tu amigo, verdad?

Tal vez no vivamos lo suficiente para aprender todo de nosotros mismos, pero lo que es cierto es que en nuestra relación de amigos está siempre Jesús, nuestro Mejor Amigo, por lo tanto no somos dos sino tres; y así… te digo que hemos empezado nuestro círculo de amigos, y… ¿cómo es un círculo? Pues no tiene ni principio ni fin. La amistad no tiene límites, siempre está abierta.

El hombre no puede vivir sin amigos. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, en una amistad sana, si no participa en él vivamente (Redemptor Hominis n. 10).

El ser humano necesita un “Tu” para constituir un “Yo”, en esa medida la amistad va adquiriendo el mayor grado de madurez. El amigo resalta tus cualidades, pero también te hace ver con caridad tus defectos, aunque te duelan, porque te quiere.

La amistad es un Don de Dios, distorsionar su verdadero sentido va contra el objetivo primordial del mismo que es la elevación del amor natural y sano, al amor pleno.

La verdadera amistad nunca muere si se le cuida y se le respeta. Es como una delicada planta que necesita ser alimentada para conservarla siempre viva, fresca y actual.


Randolfo Hernández Canahuí

1 comentario:

  1. En ocasiones con el correr de los días, olvidamos pensar y analizar cositas tan importantes como la amistad y las alegrias a las que conlleva... que buenísimo artículo!!! Que después de unos días agitados trae un dulce sabor a la vida... un fuerte abrazo para ustedes!!

    ResponderEliminar