El Año Santo Catedralicio, concedido por el Santo Padre Benedicto XVI a Mons. Gonzalo de Villa con motivo de los festejos de los 25 años de la consagración de la Catedral de la Diócesis de Sololá-Chimaltenango, concedía a los fieles que la visitaran ganar la indulgencia plenaria. El Año Santo comenzó el 15 de Agosto de 2008 –fiesta de la Asunción de la Virgen- abriendo la Puerta Santa, en dicha Catedral.
Es impresionante como, a partir de entonces, las parroquias se fueran organizado para realizar la peregrinación hacia la Iglesia Catedral ganando así la indulgencia plenaria, realizando las debidas condiciones para ella.
Estas peregrinaciones que se dieron durante este tiempo, fueron sin duda una manifestación de fe y favorecieron la devoción del pueblo cristiano. Un pueblo que camina hacia Dios, que camina alegre hacia el encuentro de su Señor, desde los más pequeños, llevados en brazos, hasta los mayores, ayudados por otros; todos a una participando de la misma fe y del mismo camino. Con tal muestra de fe, se trató de recordar que somos ciudadanos no de este mundo por donde peregrinamos, pero sí del cielo, que es hacia donde nos dirigimos.
La peregrinación realizada por innumerables fieles de la diócesis, fue acompañada del signo de la “puerta santa”, pues, llegados al atrio de la Catedral, ingresaban por la “puerta santa”, recordando así, que solo por Cristo (puerta) podemos entrar en la vida de comunión con Dios que es Amor, dando el paso al que cada cristiano está llamado del pecado a la gracia. A los fieles se les impartían tres pequeños temas en los cuales se les ayudaba a encontrar sentido a todo aquello: La Catedral (Iglesia donde el obispo tiene situada su Cátedra, signo de su Magisterio y de su potestad de pastor…es la madre de todas la iglesias de la diócesis…), las indulgencias (mediante las cuales Dios extiende en el mundo su misericordia, precioso don por medio del cual se nos perdona la pena que produce en nosotros el pecado…) y el Año Jubilar (su historia en la vida de la Iglesia y lo que significa y supone para nosotros). También se facilitaba un tiempo por acercarse al sacramento de la Confesión, pues es una de las condiciones requeridas para ganar la Indulgencia.
Se tenía la celebración de Sagrada Eucaristía, por cada párroco. Para muchos de ellos fue la primera vez que tenían la oportunidad de presidir dicha celebración y se mostraban con mucha ilusión, fe y piedad. Así también, para la inmensa mayoría de los fieles, pues, se notaba en su participación activa, consciente y piadosa.
Por último, sin lugar a duda, este Año Catedralicio ha sido un momento de llamada a la conversión del corazón, mediante un cambio de vida. Ha sido de muchas bendiciones para la Iglesia particular que peregrina en la Diócesis de Sololá-Chimaltenango. Se puede testificar con la presencia de los fieles en cada peregrinación, por el acercamiento de muchos de ellos al sacramento de la Reconciliación. Puedo decir que este Año Catedralicio es gracia y misericordia de Dios hacia nosotros sus hijos, muestra de su amor y benevolencia, de la que hemos sido testigos por las innumerables gracias que nos ha dado. Que seamos agradecidos por los dones recibidos de nuestro buen Dios en este Año Santo Catedralicio.
Juan Carlos Gregorio Vásquez Méndez.
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