El Año Jubilar en la Catedral de Sololá

La Catedral se ha vestido de fiesta desde el 15 de agosto, solemnidad de Nuestra Señora de La Asunción, al celebrar el Año Santo Jubilar por los 25 años de Consagración, que tuvo lugar el 19 de julio de 1984, por Monseñor Angélico Melotto, con presencia del Nuncio apostólico Monseñor José Paupini y Monseñor Eduardo Fuentes, obispo coadjutor la totalidad del clero y numerosísimos fieles.

La Catedral de Sololá es el edificio más notable de la ciudad, sobresaliente entre todas las demás construcciones que la rodean y visible desde todas las entradas a la ciudad. Su armoniosa fachada, su esbelta cúpula, su atrevida bóveda de cañón, y sus amplios ventanales significan el templo espiritual que Dios se ha edificado junto al imponente lago de Atitlán en las almas de los habitantes de este territorio.


Significa también la Iglesia de Cristo que predica, canta y adora al Dios único en este pedazo de tierra hermosa. Significa también el Cuerpo Místico de Cristo formado por los fieles de la diócesis, unidos por la caridad y alimentados por los sacramentos.


La Catedral de Sololá es la Iglesia propia del Obispo Diocesano, en la actualidad Monseñor Gonzalo de Villa y Vásquez, y es la "madre" de todas las iglesias de la diócesis, que reciben de ella los santos óleos para los bautismos, las confirmaciones, las Unciones de enfermos y el Orden Sacerdotal, que en ellas se realizan. Es "madre" porque de ella reciben todas las iglesias de la diócesis la garantía de la enseñanza en comunión con el Obispo, quien, a su vez, por su comunión con el Papa y los demás obispos, tiene asegurada la asistencia del Espíritu Santo, Señor y Dador de vida, según ha prometido el mismo Cristo. En la Catedral se manifiesta y hace visible, en las celebraciones litúrgicas, presididas por el Obispo, rodeado de su presbiterio y de sus diáconos y acompañados del Pueblo de Dios que peregrina en Sololá y Chimaltenango, la única y verdadera Iglesia de Cristo. (cfr. Angel María Pascual, La Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, p. 13-14).


A solicitud de Monseñor Gonzalo de Villa, la Santa Sede concedió la celebración del Año Jubilar catedralicio para el beneficio de todos los fieles de la Diócesis y de quienes se acercaran en este año a visitar la Catedral para ganar las indulgencias.


Este año jubilar dio inicio el 15 de agosto de 2008 y finalizará solemnemente el 19 de julio del presente año.


Para preparar el Año Santo se hicieron algunos trabajos de mejora y mantenimiento que la embellecieron aún más. Se cambió el color en su totalidad dándole un color blanco y destacando en las columnas el nombre de cada uno de los Apóstoles. El Presbiterio fue grandemente enriquecido con Ambón de color dorado y de estilo barroco, digno espacio para la proclamación de la Palabra.


Los Años jubilares son tiempo de gracia, de conversión, de encuentro y en este año catedralicio acercamiento a la Catedral y a la figura del Obispo como Pastor y Maestro de la Diócesis de Sololá-Chimaltenango. Un grupo de seminaristas preparó unas catequesis para los peregrinos de las parroquias y ayudarlos a vivir la peregrinación en un clima de oración. En estas catequesis destacaron algunos signos.


1. El primer gran signo del Jubileo ha sido LA PEREGRINACION, que recuerda la condición del hombre a quien gusta describir la propia existencia como un camino. Esta catedral ha visto peregrinar cada sábado a los grupos parroquiales, a los representantes de los movimientos y a numerosos fieles de toda la diócesis. En este año del jubileo catedralicio hubo muchas peregrinaciones que iniciaban desde la gasolinera Esso o desde el Seminario Mayor, cantando y gritando alabanzas Cristo Redentor. Las peregrinaciones provocaron conversiones y cambios de vida, que darán frutos numerosos en nuestra Iglesia diocesana.


2. El segundo signo jubilar fue LA PUERTA SANTA, que se abrió el día 15 de agosto, solemnidad de Nuestra Señora de La Asunción. Patrona de la Catedral. Esa puerta evoca el paso que cada cristiano está llamado a dar del pecado a la gracia. Jesús dijo: “Yo soy la puerta” (Jn 10,7), para indicar que nadie puede tener acceso al Padre sino a través de El. También la puerta de nuestra catedral diocesana ha sido cruzada siguiendo al Evangelio de Cristo, para significar nuestro deseo de caminar con Cristo.


3. El tercer signo ha sido LA INDULGENCIA. En ella se manifestó la plenitud de la misericordia del Padre, que sale al encuentro de todos con su amor, manifestado en primer lugar con el perdón de las culpas. Pero como la reconciliación con Dios no excluye la permanencia de algunas consecuencias del pecado, con la indulgencia se condona al pecador arrepentido la pena temporal por los pecados ya perdonados en cuanto a la culpa. Agradecemos este perdón, tan generosamente derramado en la Catedral a lo largo del Jubileo Catedralicio, que no hubiera sido posible sin el trabajo, el sacrificio y la buena disposición de todos los sacerdotes que llegaban para administrar el Sacramento de la Reconciliación.



4. El cuarto signo ha sido LA CARIDAD, que nos abrió los ojos a las necesidades de quienes viven a nuestro lado. A lo largo del Jubileo no hemos dejado de luchar por crecer en caridad, en servicio, en cuidado de la convivencia, sabiéndonos disculpar, perdonar y dar buen ejemplo.


Al inicio del Año jubilar se inauguró la Exposición Diocesana en el salón parroquial, para que los peregrinos conocieran la riqueza de las parroquias, de las comunidades y de los pueblos que forman la Diócesis de Sololá-Chimaltenango. Un grupo de seminaristas montó la exposición y cada sábado se preparaba para la visita de los peregrinos.


Agradecemos a todos los sacerdotes de las parroquias, a los directivos, encargados de grupos, religiosas y todos los que colaboraron en la celebración de este Año Jubilar. Ahora podemos cantar agradecidos por los beneficios recibidos: A ti, oh Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos. A ti, eterno Padre, te venera toda la creación.”



P. Julio César Fernández Leal


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